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La constitución de lo humano: una mirada desde Marx y Engels a través de las ciencias naturales y sociales

La pregunta por lo humano ha sido una constante, desde las reflexiones sobre la racionalidad hasta las modernas concepciones del sujeto. Marx y Engels proponen una reconceptualización radical de esta cuestión. Frente a las concepciones esencialistas y abstractas del ser humano, su pensamiento introduce una comprensión dinámica y relacional, en la que lo humano no es una sustancia fija, sino una construcción histórica, social y natural. Marx y Engels articulan una antropología filosófica que rompe con el dualismo entre naturaleza y cultura, y que permite pensar lo humano como una relación transformadora.

Uno de los puntos fundamentales  es el carácter social de la existencia humana, afirman que “la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo, si no, el conjunto de las relaciones sociales”. Esta afirmación implica una ruptura decisiva con la tradición que había concebido al ser humano como una entidad aislada y autosuficiente, dotada de una naturaleza inmutable. En lugar de ello, Marx y Engels sitúan al ser humano en un entramado de relaciones materiales e históricas que lo constituyen desde su origen. Lo humano, en este marco, es inseparable de su relación con el entorno, entendida como la actividad mediante la cual los seres humanos producen sus condiciones de existencia en interacción con la naturaleza y con otros individuos.

Esta actividad práctica se expresa primordialmente en el trabajo, el cual ocupa un lugar central, se destaca la función del trabajo como mediador entre el ser humano y la naturaleza. El trabajo no solo modifica el mundo exterior, sino que transforma al propio ser humano en el proceso. La mano, el lenguaje y la cooperación social son productos del desarrollo del trabajo a lo largo de la evolución, lo que muestra que la biología humana no es ajena a su historia social. Así, las ciencias naturales no son excluidas de la reflexión sobre lo humano, sino integradas dentro de una visión que las articula con el desarrollo histórico y social.

En este sentido, la antropología filosófica de Marx y Engels va más allá de la mera descripción empírica. Su propuesta se situa dentro de una crítica de la ideología, es decir, de las formas históricas en las que se naturaliza lo que es producto de relaciones sociales específicas. Las categorías económicas del capitalismo —como el valor, la mercancía o el salario— moldean no solo la organización material de la sociedad, sino también la forma en que los individuos se piensan a sí mismos. Lo humano, entonces, es también una construcción ideológica, moldeada por los intereses de clase y por las estructuras de poder.

Uno de los aportes más significativos de esta perspectiva es la superación del dualismo entre naturaleza y cultura, que ha marcado gran parte del pensamiento. La naturaleza humana no puede pensarse como anterior o exterior a la historia: es ella misma un producto histórico. La biología y la cultura no se oponen, sino que se entrelazan en la relación material que da forma a la existencia humana. Este enfoque propone una comprensión más rica y compleja de lo humano, que reconoce tanto su dimensión natural como su carácter histórico-social.

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