Descifrando el Estoicismo: principios y enseñanzas
¿Cuál es el origen del estoicismo?
En las décadas posteriores a las escuelas filosóficas creadas por las figuras más emblemáticas de la filosofía surgieron nuevas corrientes filosóficas en Atenas. Tres de ellas destacaron por su profunda influencia en la Grecia posterior a Alejandro Magno y en el imperio romano: el estoicismo, el epicureísmo y el escepticismo.
Estas tres escuelas de pensamiento reformularon algunas ideas clave de Sócrates, Platón y Aristóteles. Esto dio origen a comunidades filosóficas con perspectivas originales. Epicuro fundó el epicureísmo en su natal Lesbos (actual Turquía), y le dio continuidad en un jardín en la ciudad de Atenas. Enseñaba que el placer que resulta de la ausencia del dolor físico y la tranquilidad del alma es el sumo bien de la humanidad. Arcesilao, por su parte, siendo el tercero en dirigir la Academia de Platón intentó mantener vivo el espíritu del incesante preguntar de Sócrates. Por último, Zenón de Citio se trasladó de Chipre a Atenas y fundó su escuela en un pórtico ateniense o Stoa en griego. De ahí que los estoicos sean llamados “filósofos del pórtico”. A semejanza de Epicuro y Arcesilao, Zenón llevó a sus últimas consecuencias la idea socrática de que la ignorancia es la raíz del mal y el conocimiento el origen de la virtud: actuar correctamente. Esta concepción, sumada a la creencia de que la naturaleza posee una mente divina racional que ordena el mundo con la máxima perfección, dio lugar a la singular perspectiva filosófica del estoicismo. Su fama única aún perdura hasta el día de hoy.
La razón universal
Hoy en día, son numerosos son los libros, artículos, conferencias y discusiones en foros en línea y blogs que promueven el estoicismo. La mayoría tiende a dejar de lado la teoría estoica y a enfocarse en los aspectos prácticos del estoicismo. Nos invitan, por ejemplo, a no inquietarnos por aquello que no podemos controlar. Resulta superfluo angustiarse por lo inevitable. Nos recuerdan que seremos más felices si nos enfocamos solo en lo que podemos controlar. Nos sugieren ser objetivos y disciplinados, entre otros consejos útiles.
Sin embargo, para poder comprender plenamente el estoicismo, es necesario entender primero su visión del universo. Es necesario echarle un vistazo a lo que pensaban sobre el universo, la razón y el papel del ser humano en el orden natural. De otra manera, corremos el riesgo de sobresimplificar esta profunda filosofía.
Los estoicos creían que el mundo, el universo o la naturaleza es un gran ser vivo del tipo descrito por Platón en su diálogo El Timeo. Al igual que otros seres vivos, el universo o la naturaleza está compuesta, según los estoicos, por cuerpo, alma y mente. Su cuerpo está compuesto por la materia que podemos observar en el universo, particularmente fuego, aire, tierra y agua. Curiosamente, su alma también está compuesta de estos mismos cuatro elementos materiales. A diferencia de lo que pensaba Platón, el alma no podía consistir en una sustancia inmaterial para los estoicos. Al contrario, estos pensaban que el alma debía ser material si es que tenía alguna influencia en el cuerpo, y ellos creían, en efecto, que el alma interactuaba con el cuerpo. ¿Pero cómo interactuaba?
El último elemento fundamental de la naturaleza es la mente divina, también conocida como logos. Esta mente actúa como guía del universo, de la misma manera que nuestra mente dirige nuestras acciones ¿Y cuál es el papel del alma en todo esto? Pues bien, según los estoicos, el alma es el medio mediante el cual la mente divina produce y guía la lluvia, las estaciones del año, el florecimiento y marchitar de las flores, la cadena alimenticia, y todos los fenómenos naturales restantes.
La razón humana
Pero los estoicos afirmaban que la mente divina no es la única que existe. Existe otra mente que es copartícipe en el desarrollo de la naturaleza: la mente humana, la razón. Para los estoicos, la mente de los seres humanos es compañera de la mente divina. Más aún, es parte constitutiva de la mente divina. Los estoicos pensaban que, si algo en la naturaleza se asemejaba a la mente de la divina, esto debía ser la razón humana. Así como la razón humana es capaz de crear las obras de arte más bellas y las obras de ingeniería más impresionantes. Los estoicos razonaban que la belleza, el orden y la espectacularidad del mar, montañas, valles, animales y plantas debían ser el producto de una mente aún más poderosa: una mente divina. Pero, ¿Cómo se relaciona esto con las frases que comúnmente encontramos sobre los estoicos?
Al ser la mente humana parte de la mente divina, tiende a seguir sus planes. Es en este punto donde la visión estoica de la naturaleza da lugar a su visión del bien y el mal. El orden que la mente divina ha impuesto sobre el universo, su cuerpo, es algo ordenado, perfecto, y bueno. A los estoicos no les cabía en la cabeza que podía existir algo ordenado y bello sin ser al mismo tiempo bueno. Los designios de la mente divina son siempre buenos. Siguiendo esta lógica, cuando los seres humanos actuamos conforme a la mente divina, actuamos de manera buena, es decir, de manera virtuosa. Siendo la virtud, como la naturaleza, bella, ordenada y perfecta, no es sorprendente que actuar virtuosamente nos conduzca a la felicidad. Así razonaban los estoicos.
Actuar de manera correcta es actuar conforme a la mente divina
Para los estoicos, la relación entre la mente humana y la mente divina es el origen y el fin de actuar bien o mal. Existen dos maneras en que los seres humanos pueden actuar: virtuosamente o viciosamente. El mundo que nos rodea está lleno de desafíos que nos obligan a reaccionar de determinadas formas. Estas reacciones pueden ser correctas e incorrectas. La manera incorrecta de reaccionar es tolerar sentimientos que van en contra del orden natural. Permitirse experimentar sentimientos como el odio, la ira, la envidia e incluso el placer frente a sucesos naturales es actuar de manera viciosa. Recordemos que la naturaleza está dispuesta de manera racional y es, por lo tanto, perfecta y buena.
Según la filosofía estoica, la forma virtuosa de enfrentar la vida es actuar en armonía con el orden natural, los designios de la mente divina. Este orden es sumamente perfecto y, en consecuencia, es bueno. Aunque a veces parezca lo contrario, actuar de acuerdo con la mente divina es lo que nos retribuirá mayor satisfacción y felicidad. “No pretendas que los sucesos sucedan como quieres, sino quiere los sucesos como suceden y vivirás sereno”, sugiere el famoso estoico Epicteto (2007, Capítulo 8) En cambio, actuar o albergar sentimientos en contra del curso natural nos lleva a la frustración, tristeza, odio, y otros estados anímicos que nos alejan de la tranquilidad, paz y la satisfacción. De este modo, nos apartan de la verdadera felicidad. No existe otra manera de ser bueno y virtuoso sino solo siguiendo los planes de la mente divina. Con todo, seguir estos planes no es sino seguir nuestra propia razón.
La ignorancia es el origen de actuar incorrectamente
¿Pero qué hay de las pasiones irresistibles que a veces sentimos, como el deseo excesivo de comer, beber, tener sexo, etc.? En ocasiones, parecen escapar a nuestro control. Aquí es donde los estoicos retoman la idea socrática de que la ignorancia es la única fuente del vicio, del actuar incorrectamente. Marco Aurelio declara que:
Al despertar la aurora, hazte estas consideraciones previas: me encontraré con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un mentiroso, un envidioso, un in sociable. Todo eso les acontece por ignorancia de los bienes y de los males (Meditaciones, II, 1).
Según los estoicos, lo que experimentamos no son emociones irresistibles que nos impulsan a actuar, sino simples impresiones: sensaciones pre-racionales que requieren el consentimiento de la razón para convertirse en emociones auténticas. No podemos actuar ni sentirnos plenamente de cierta manera sin que nuestra razón lo apruebe primero. Las pasiones nunca son irresistibles para una mente que sabe distinguir entre lo bueno de lo malo, pues siempre elige lo bueno y nunca elige lo malo. Solo una mente carente de conocimiento, que vive en la ignorancia, puede dar cabida pasiones que van contra la razón. Como señala Hadot, “los estoicos consideraban que las pasiones humanas correspondían a […] errores de juicio y de razonamiento” (1998, 152). La injusticia, el robo, las adicciones, y otros muchos vicios son fruto de la ignorancia.
Esta perspectiva estoica implica que las personas son responsables de sus acciones e incluso de las emociones que conducen a dichas acciones. Según el estoicismo, nosotros elegimos si nos encolerizamos frente a una injuria. Tú eliges si te dejas abatir por un evento desafortunado. Tú decides si sientes envidia frente al éxito de los demás. Tú eliges si actúas con valentía ante la adversidad, y así sucesivamente. Siempre tenemos el control sobre cómo reaccionamos frente a las circunstancias. Más aún, tenemos siempre el control para hacer el bien y actuar de la manera correcta.
Frente a las circunstancias desfavorables, los estoicos recomiendan mantener una actitud serena. Por ejemplo, cuando pierdes un tren, un estoico te diría que no te encolerices, porque lo único que puedes controlar es tu respuesta ante el hecho, no el hecho en sí. Viktor Frankl vivió en carne propia las atrocidades en los campos de concentración. ¿Cuál fue su reacción? Buscar consuelo y fortaleza en la idea de que su actitud frente al sufrimiento era lo único que realmente podía controlar. Esto le ayudó a desarrollar su propia escuela psicológica y ayudar a miles de personas. Su famosa frase “cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”, refleja la actitud estoica en su máxima expresión.
Cambiar el curso de la naturaleza no está en nuestras manos. Debemos tener siempre en mente que el ciclo de las estaciones, el nacer y el morir de las plantas y animales contribuyen al orden y perfección que vemos en la naturaleza.
Aprender a diferenciar lo valiosos de lo verdaderamente bueno
¿Significa esto que debemos renunciar a nuestros objetivos en la vida cotidiana, como conseguir empleo, hacer amistades, disfrutar de un buen momento o saborear un comida deliciosa? En absoluto. El estoicismo es perfectamente compatible con buscar “lo que es conforme a la naturaleza”. La naturaleza ha constituido a los seres vivientes para buscar aquello que es mejor para su especie. Las plantas necesitan agua y luz solar para sobrevivir. De manera similar, los animales y los seres humanos buscamos agua, comida, pareja y un refugio. Además, los seres humanos anhelamos reconocimiento social, bienestar, amistades y creamos arte y ciencia. Todas estas cosas son “valiosas” y no es incorrecto buscarlas. Sin embargo, los estoicos nos invitan a reconocer que, aunque son valiosas, no son el “bien” en sí mismo. “una vida humana no es mejor o peor, más feliz o menos feliz por la presencia o ausencia de alguna de las cosas naturalmente valiosas o deseables” (Cooper 2006, p. 190).
¿Pero, no es esto ir en contra de los planes de la naturaleza? La respuesta es “no”. Como podemos observar en la naturaleza, no todas las plantas y animales siguen un ciclo de vida completo. Existen la muerte prematura y las enfermedades. Aunque estas circunstancias pueden parecer negativas, forman parte del orden universal. Que una planta busque agua y luz solar es bueno, pero no es malo que no las encuentre a pesar de haberse esforzado. Lo que realmente importa es el esfuerzo.
Así pues, es crucial distinguir entre lo que los estoicos consideraban “lo valioso” de lo que consideraban “lo bueno”. Caeríamos en un error si pensamos que las cosas valiosas son buenas en sí mismas. Este tipo de cosas y acciones no pueden llevarnos a la felicidad. La razón es simple: las podemos perder fácilmente. Podemos perder la fama, la riqueza, el alimento, la vivienda, y hasta a nuestros seres queridos. Nada es permanente. La desgracia es siempre una posibilidad y debemos mantenerla siempre en nuestra mente. De ahí que los estoicos se entrenaban trayendo a su mente las posibles desgracias que les podían acaecer antes de que sucedieran. Esto los ayudaba a permanecer “estoicos” frente a las adversidades.
Lo verdaderamente bueno, lo único bueno en sí mismo, es pensar y actuar conforme a la razón inherente en la naturaleza. Actuar así, pensaban los estoicos, nos preservará caer en la depresión, ira, envidia, lujuria y otras emociones y acciones viciosas.
BIBLIOGRAFÍA
Cooper, J. M. (2012). Pursuits of Wisdom: Six Ways of Life in Ancient Philosophy from Socrates to Plotinus. Princeton University Press.
Epicteto. (2021). Manual (P. Ortiz García, Trad.). Editorial Gredos. (Obra original publicada en el siglo II)
Hadot, P. (1998). La filosofía antigua (E. Wechsler, Trad.). Fondo de Cultura Económica. (Obra original publicada en 1995)
Marco Aurelio. (1977). Meditaciones. Editorial Gredos.
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