La imposibilidad de la justificación necesaria
… y AC dijo:
-¡Hágase la luz!–
Y la luz se hizo…
-Isaac Asimov, la última pregunta-
En el vasto océano del conocimiento, la búsqueda de una justificación necesaria para nuestras creencias a menudo se asemeja a una travesía imposible. Este desafío fundamental, que ha desconcertado a filósofos y científicos a lo largo de la historia, plantea la pregunta crucial: ¿Es realmente posible lograr una justificación que sea necesaria y libre de toda duda? En mi opinión no es posible, e incluso para mí la existencia de esta justificación debería de ser indeseada.
El conocimiento humano descansa sobre cimientos inestables, construidos sobre la intersección de experiencias, percepciones y razonamientos. La búsqueda de una justificación necesaria enfrenta el desafío intrínseco de la subjetividad y la variabilidad de estos elementos, creando un terreno resbaladizo donde la certeza absoluta parece esquiva.
El intento de justificar nuestras creencias a menudo se encuentra con el problema de la regresión infinita. Cada intento de proporcionar una justificación parece requerir otra justificación adicional, lo que nos lleva a una cadena sin fin, haciendo parecer inútil nuestra búsqueda, o por lo menos ese rumbo parece inútil.
Las creencias humanas están influenciadas por una multitud de factores, desde la cultura hasta las experiencias personales. La imposibilidad de acceder a un punto de vista totalmente objetivo significa que nuestras justificaciones son intrínsecamente subjetivas y, por lo tanto, cuestionables. ¿Cómo podemos garantizar una justificación necesaria cuando nuestras perspectivas están inevitablemente coloreadas por estos factores?
La razón humana, aunque una herramienta poderosa, tiene sus límites. La complejidad de muchos problemas epistémicos y la inherente parcialidad cognitiva plantean desafíos significativos para la justificación necesaria. ¿Cómo podemos confiar plenamente en nuestra razón cuando enfrentamos la vastedad y la profundidad de la realidad?
La búsqueda de una justificación necesaria a menudo choca con la paradoja de la certidumbre. La afirmación de que una justificación es necesaria implica una seguridad que puede ser ilusoria. ¿Cómo podemos estar seguros de que nuestras justificaciones, por más robustas que parezcan, no están sujetas a revisión y cambio a medida que nuestro entendimiento evoluciona?
Si nos remitimos al argumento del sueño, o al del genio maligno en Descartes, nos surge la pregunta de ¿Cómo podemos concebir algo como una justificación necesaria? Si no podemos acceder al conocimiento necesariamente verdadero ¿Para que buscarlo? Los argumentos anteriores podrían no parecerle convincentes a algunos, pero no son los únicos que existen.
Una hipótesis un tanto curiosa, planteada por Hilary Putnam y citada por Jonathan Dancy, es el argumento del cerebro en una cubeta, el cual parte de la idea de que un científico podría sacar el cerebro de una persona de su cuerpo, introducirlo en una cubeta llena de un líquido que lo mantuviera vivo y conectar sus neuronas mediante cables a una computadora que le proporciona impulsos eléctricos idénticos a los que recibe un cerebro en condiciones normales, la persona a la que pertenece el cerebro continuaría teniendo experiencias completamente normales sin estar éstas sujetas a objetos o eventos del mundo real, sin llegar a tener nunca el usuario la certeza empírica de ello.
Usted no sabe que no es un cerebro, suspendido en una cubeta llena de líquido en un laboratorio, y conectado a un computador que lo alimenta con sus experiencias actuales bajo el control de algún ingenioso científico técnico (benévolo o maligno, de acuerdo a su gusto). Puesto que, si usted fuera un cerebro así, asumiendo que el científico es exitoso, nada dentro de sus experiencias podría revelar que usted lo es; ya que sus experiencias son, según la hipótesis, idénticas con las de algo que no es un cerebro en la cubeta. Como usted sólo tiene sus propias experiencias para saberlo, y esas experiencias son las mismas en cualquier situación, nada podría mostrarle cuál de las dos situaciones es la real.
-Jonathan Dancy. Introducción a la epistemología contemporánea-
Si nos salimos del campo de la metafísica encontraremos otra hipótesis, un tanto más interesante, es la del cerebro de Boltzmann, que toma su nombre del físico Ludwig Boltzmann quien propuso que el universo conocido pudiera ser el resultado la imaginación de una cerebro que se formó en el espacio por medio de una fluctuación aleatoria de energía y partículas, esto derivado de su investigación sobre la entropía, la termodinámica y el contradictorio aparente estado de orden en el universo, Boltzmann realiza la siguiente analogía basada en probabilidad y física estadística:
Estadísticamente, que nuestra realidad sea el resultado de la imaginación de un cerebro que surgió por la aglomeración azarosa de un grupo de partículas en el universo es más probable que el hecho de que nuestro universo sea el resultado de una serie de procesos naturales muy poco probables pero que aún así, aparentemente, han ocurrido a lo largo del tiempo.
-Parafrasis de la paradoja del cerebro de Boltzmann-
La paradoja del cerebro de Boltzman tiene su campo de estudio en la termodinámica y en la física estadística por lo que es ampliamente estudiada por diversos físicos
En la computación existe un argumento sobre la simulación del universo, que a su vez me parece el más interesante, es el de la simulación computacional de todo el universo conocido, la hipótesis de la simulación ha sido popularizada por el filósofo Nick Bostrom, el argumenta que es probable que vivamos en una simulación, ya que es probable que las civilizaciones avanzadas sean capaces de crear simulaciones muy realistas. Estas simulaciones podrían contener mentes conscientes que podrían saber o no que viven dentro de una simulación, pues, la realidad simulada sería difícil o imposible de separar de la supuesta realidad verdadera. Según Bostrom, una civilización avanzada tendría tal capacidad de cálculo que les sería posible realizar una “simulación de antepasados” es decir, simulaciones de alta fidelidad de la vida ancestral que serían indistinguibles de la realidad del ancestro simulado.
¿Qué hacer con todos estos argumentos? ¿Despreciarlos y continuar nuestra búsqueda? ¿Aceptarlos y abandonar la travesía hasta la justificación necesaria? En lo personal creo que ninguna de estas opciones es la correcta, podría parecer que lo mejor sería ignorarlo y continuar la búsqueda hasta encontrar esa justificación tan anhelada, pero suponiendo que la encontramos ¿Ahora qué hacemos? Si lo que motiva la evolución del conocimiento es esa búsqueda ¿Que pasara cuando la búsqueda termine? Si ya no hay nada que buscar ¿Se estancara el conocimiento? Esa idea me es desagradable, pues la ciencia perdería su propósito. Lo mejor para la humanidad sería que la justificación fuera inaccesible a nuestro entendimiento, esto nos hace preguntarnos, si no podemos alcanzar la justificación ¿Para que buscarla? La búsqueda de la justificación no debe ser un fin sino un medio, un medio de busqueda eterna que permitirá una eterna mejora del conocimiento y las justificaciones existentes, una mejora que cada vez nos llevará más cerca de aquella justificación necesaria que tanto anhelamos, haciendo así que nuestro único propósito sea seguir buscando.
Bibliografía:
- Dancy, Jonathan. Introducción a la epistemología contemporánea
- Garcia, Claudia. Eraña, Angeles. King, Patricia. Teorías contemporáneas de la justificación epistémica.
- Goldman:, Alvin I. ¿Qué es una creencia justificada?
- Nick Bostrom. ¿Vivimos en una simulación por computadora?
- Piñeiro, Gustavo Ernesto. Turing: La mente que inauguró la era de la computación.
- Hume, David. Investigación sobre el entendimiento humano.
- Tomasini, Alejandro. Teoría del conocimiento clásica y epistemología Wittgensteiniana
- Russell, Bertrand. Los problemas de la filosofía.
- Descartes, Rene. Meditaciones Metafísicas.
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